El encuentro sincero con Dios centra nuestra vida en lo único necesario, liberándonos del egoísmo y del poder, acaparadores de las cosas.
A la vez suscita en nosotros energías que difícilmente se despertarían si todo se redujese a lo finito.
Por otra parte, nos permite descubrir las raíces profundas de los conflictos y del sufrimiento humano, y nos impide contentarnos con cualquier componenda o justificación evasiva.
Al abrirnos al amor del Padre, encontramos en él el mejor fundamento par reconocer, amar y servir a los hermanos.
En este día de Juan Mª Vianney un fuerte abrazo a mis hermanos sacerdotes.
Un abrazo
D.G.;Zaragoza