¡Hola chicos!
Esta es la última vez que escribo en este foro, al menos durante los próximos meses. Y ya que esto es una despedida, ojalá sea una bonita despedida con todos vosotros, compañeros anónimos.
En primer lugar, no es una despedida, sino un "stand by", un lapso de tiempo necesario para afianzar las virtudes del alma y afrontar sus errores. Cuando regrese a España, si Dios quiere, podré ponerme al día en vuestras reflexiones y novedades.
En segundo lugar, la razón de esta nueva situación es para mí un motivo tan grande de alegría, que me mueve a expresarlo por escrito y compartirlo con vosotros. En las próximas horas, un avión me llevará a muchos kilómetros de distancia de mis calles y mi gente, mis noches de verano en el Mediterráneo y esas deliciosas tardes de soledad en algún rincón de Valencia. Me marcho, muy lejos, mucho tiempo, sin nada en absoluto mas que una mochila con algo de ropa y un corazón deseoso de seguir el camino que para mí está disponiendo el Señor.
Tras varios años sintiendo esta llamada en mi interior, al fin he tomado la decisión de pasar a la acción. Voy a ser misionero.
Siento que el Señor ha puesto en mis manos una oportunidad hermosa para que yo pueda desarrollar mi capacidad de hacer el bien a los demás; y que ahora al fin, estoy preparado para asumir esa deliciosa responsabilidad. En algún lugar de este planeta, existe una comunidad religiosa que ha aceptado mi vocación de servir al prójimo, y creo que eso es el regalo más hermoso que el Señor ha puesto en mi vida como cristiano.
Os confieso que tengo miedo. Miedo a no estar a la altura, a enfrentarme a situaciones tensas y dolorosas, a la pobreza extrema o a vidas que han sido truncadas por los peores vicios y perversiones posibles. Tengo miedo de no resistir esta prueba. Pero hay una calidez en mi corazón que me dice "Vamos, déjate de chorradas. Tú puedes hacerlo. Sólo ten fe". Y por eso, chicos, la fe es el bello manantial de fuerza que me impulsa a seguir adelante con esto. Estaré sólo, lejos de mis seres queridos, y trabajaré en una lengua que no hablo todavía. Pero sé que Dios estará de mi lado, y que cada momento de frustración o tristeza, si los hubiere, los dedicaré a Dios con agradecimiento por permitirme aprender a ser el hombre que deseo ser en esta vida. Por eso, mi miedo palidece ante la fe que me fortalece.
Como muestra de cariño, os comparto una preciosa canción que ojalá os transmita tantas cosas bonitas como a mi. ( https://www.youtube.com/watch?v=UfRfTR8rHvw ) No es una canción religiosa, cierto. Pero cuando la escucho, pienso en todos los años que he deseado en mi corazón ser misionero, y en los años que pasé dentro del armario, y en cómo sentí un amor que me hizo valiente, decidido, y capaz de amar. El amor de Dios. Para mi, ese amor de Dios es una cosa simple, y en su simplicidad encierra la mayor hermosura que la mente humana puede concebir.
Os deseo mucha paz y amor, y me despido hasta el día que Dios me permita regresar a mi tierra.
Valencia, 21 de julio de 2016.