Mi cuerpo entero se estremece bajo el agua, exhausto y tembloroso. Un largo tras otro, la monotonía de la piscina al romper el alba me permite abstraerme en recuerdos hermosos que fueron capturados en la caja de mi memoria. En el silencio subacuático, mi mente recupera la melodía inexacta de alguna pieza de Liszt, quizá la Consolación número 3, tu preferida.
-M'agrada la Consolació tres per la seua senzillessa -me decías-. És com tu.
Y entonces tu mirada impregnaba mi alma.
Y por un momento, más allá de las baldosas azules en el fondo de la piscina, puedo verte otra vez al piano, absorto en la lluvia de notas musicales. Aún, a pesar del olor del cloro esparcido en el agua, me parece sentir el mínimo perfume de las flores en el jarrón sobre el piano negro. En ese breve instante, ya no siento el agua resbalando en mi piel, sino la suave brisa del anochecer que entraba por la ventana mientras tú tocabas el piano.
Consolación.
Silencio.
Nada.
Tú ya no estás. Cuando termine de nadar y salga de la piscina, la realidad me encontrará en la orilla. Apenas me habré secado, y también tu música se habrá diluido como las gotas de agua en mi frente. Y casi podré volverte a escuchar decir: "Confie en tu. Pots aconseguir-ho tot, si vols. I un dia miraràs arrere i jo estaré amb tu per a compartir la teua felicitat".
Y casi podré sentir la tibieza de tus labios diluida en el aire. Como tu música. Como tú. Y entonces sonreiré, porque tu recuerdo será la causa de mi sincero agradecimiento a Dios, porque te puso en mi vida, y me impulsó a lograr mis metas. Y aunque tú ya no estés aquí, siempre existirá el "sempre" de tu amor.
https://www.youtube.com/watch?v=MfDmUk7ie6s
Un abrazo enorme a todos. Paz y bien.
Valencia, 20 de julio de 2016.