Hay una fe irracional, la que se dedica a buscar versículos bíblicos hasta para explicar porque las nubes son blancas y porque el agua moja. Gente hoy día, a nuestro lado, pretendiendo que versículos escritos hace 2.800 años por un pequeño pueblo que pensaba que la Tierra era plana y que el Sol giraba alrededor sean una biografía de lo divino y que nos loe explique todo....Cuando la fe, precisamente por creer en aquello que no podemos ver o tocar de manera tangible (aunque podamos sentirlo intensamente), debe buscar la lógica, aunque sea nuestra lógica.
Y también hay una ciencia irracional. Una ciencia con unos dogmas de los que nadie puede salirse. Dogmas que además se han quedado desnudos porque a medida que la ciencia va avanzando más y más, deja en evidencia absoluta aquello que la misma ciencia creó sin bases estables hace bastantes décadas. Era necesario inventarse algo que fuese científico, y se aceptó lo primero que se dijo. Y lo curioso es que 150 años de perfeccionamiento no ha hecho más que desnudarlo más y más. Pero como en la historia del rey desnudo ¿quién se atreve a decirlo?
En la Faculta de Física, un profesor, además de enseñarnos el viejo axioma "en la naturaleza nada se crea ni se destruye, solo se transforma", nos desafió a que pensásemos que si nuestra actividad cerebral es electricidad (la suficiente para encender una bombilla, tal como se ha descubierto hace poco) entonces ¿qué pasa cunando morimos?. Esa actividad eléctrica no puede cesar, si acaso transformarse, pero no desaparecer. No está unida a un sistema que la carga, como un enchufe o una pila, ni se desconecta la fuente energética, solo "cesa" porque el corazón deja de latir. Pero no puede cesar. No con las leyes de la física en mano. El desafío no lo respondió nadie. Daba bastante miedo. Lo escuché en los pasillos: "que horror, morirse y que nuestra mente siga operativa ¿y a donde vamos? no quiero pensar en eso". Y se iban a fumar un canuto.
Como me gustaría una Iglesia que diga: "Creemos en esto porque hay algo en nuestro ser que nos hace tener fe en ello, pero es que además hay una ciencia que nos puede dar la razón". Cuando creemos en un alma inmortal, poder decir con la cabeza alta que según las leyes físicas de no creación y no destrucción de la materia y la energía, hay algo en nuestros cuerpos (electricidad y electromagnetismo) que no pueden desaparecer nunca y que cambian de frecuencia. Y que eso en lo que creemos es bastante más racional que lo que se lleva enseñando en escuelas y universidades por imposición hace décadas. Algo que se basa no en pruebas, sino en evidencias.
La ciencia ya lo dice claramente con la cabeza agachada y sin hacer publicidad: no morimos.La fe se encarga de decir que pasa. Pero cuidado, esa misma fe capaz de decir barbaridades debería fijarse precisamente en esa creación divina, de lo que estamos hechos, de que se puede medir aquello que llamamos nuestra parte espiritual y que no deja de ser sino energía comprobable con un electroencefalograma. Ante tanta Sabiduría y Perfección, que la fe cuando hable de Dios hable del Dios de la Sabiduría y la Perfección, y no de un ser ante el que millones de personas prefieren una vida de ateísmo.