-Tanca els ulls. Tanca'ls, per favor. Sols escolta.
Con tu sonrisa expectante aferrada a esas palabras, no puedo negarme. Me dejo llevar por tus intenciones y cierro mis ojos. Preparas la partitura y tus dedos rozan el teclado con la suavidad de la brisa de verano.
En ese momento, el sonido de la primera tecla del piano da inicio a una fugaz alegoría de la belleza, una historia sin palabras que la música hilvana al ritmo de tus manos suaves sobre el teclado. Mis ojos están cerrados, pero la música que tú me descubres me permite ver escenas terriblemente hermosas, de belleza infinita. Veo una tormenta estallando en el lejano horizonte, y entre las inmensas nubes negras, el resplandor desmedido de rayos que el viento esparce. Hay tristeza en la melodía que nace de esa partitura, y tus manos le dan vida de un modo casi cruel. La música, breve, derrocha melancolía en cada una de sus notas, que se precipitan veloces como las gotas de la lluvia en la tormenta. Un último soplo de viento arrasa una escala entera de notas y se desvanece al fin, en un suspiro, esa música de tristeza cautiva. El silencio impera de nuevo y entonces abro los ojos. Te has dado la vuelta y apoyas tu espalda sobre las teclas blancas y negras del piano. La música no ha afligido tu sonrisa, sino que aún le ha asignado más belleza.
-Què et sembla? Què hi penses? -me preguntas.
-M'agrada molt. Quin és el seu nom?
-Preludi en re menor Op. 28 núm. 24 -señalas la amarillenta partitura y añades-. És de Frédéric Chopin. Va ser l'últim Preludi que va compondre.
-Chopin! És meravellós.
Tú te levantas de la banqueta y tus manos sacuden las teclas invisibles de mi piel, en un abrazo que acalla cualquier sonido lejano. Sólo tú y yo, nosotros dos, somos testigos del delicado concierto de nuestros sentimientos. Y entonces, por último, dos palabras finales como dos notas que terminan la canción, amanecen en tus labios eternos:
-T'estime.
No hay aplausos, porque no son necesarios. El silencio que acoge nuestro beso es el público más dichoso que existe. Porque ha sido testigo de la más bella música de todas las que jamás han existido: el amor entre dos personas. Dos chicos. Dos vidas. Dos almas que con el paso del tiempo, se conducen a un crecimiento mutuo, un aprendizaje compartido. Una unión en el amor tan fuerte y madura, que ninguna música puede igualarla en belleza. Apenas, quizás, aspira a ser el preludio de la ejecución certeza de tus besos en mis labios.
https://www.youtube.com/watch?v=QHcEH2Rliko
Muchas gracias por la paciencia de leerme, chicos. Hay algo bello en crear historias que se inspiran en la música, pues la música a su vez está inspirada por historias que una vez fueron una realidad. Y quizás, sólo quizás, algunas veces esas realidades coinciden...
Paz y bien.
Valencia, 18 de julio de 2016.