No siempre parece fácil armonizar vida y oración. Se debe probablemente a que tenemos una idea falsa tanto de la vida como de la oración.
Pensamos que la vida consiste en estar agitados, realizando muchas actividades y que la oración consiste en retirarnos de la vida y olvidar lo que se refiere a nuestro prójimo y a su situación humana. Nada más lejos de la realidad.
Nuestra oración es expresión y fuente de vida cristiana. Nace de la vida y nos conduce a ella.
Es falso oponer oración y vida, como si la oración no perteneciera a la vida. Al contrario, la oración es uno de los momentos fuertes de nuestra vida, un momento culminante de nuestra acción, porque desde la oración alentamos y sostenemos nuestro vivir.
El encuentro sincero con Dios centra nuestra vida en lo único necesario, liberándonos del egoísmo y del poder acaparador de las cosas.
Un abrazo y feliz domingo
D.G.;Zaragoza