Creo que uno de los grandes fallos de formación que tuve como religioso fue el no darme unas directrices o unos planes de meditación. No recuerdo como fue mi primer día de meditación en el noviciado pero imagino que la sensación de que te tiran a una piscina de silencio absoluto y allá que te las apañes.
No se hacía nada gradual, no se empezaba con cinco minutos aumentando poco a poco la duración, ni había pautas que pudieran ayudar y si, por casualidad se notaba que no lo hacías bien, te caía la pullita en el escrutinio con el maestro de novicios. ¿Así se puede conseguir algo significativo? ¿Se motivaba o se desmoralizaba? ¿Se convertía la meditación diaria en otro momento de agobio y ansiedad?
El último sábado que tuvimos encuentro la Comunidad Anawin de Zaragoza, una hermana nos dio una serie de pautas para iniciarnos con serenidad, calma y con deseos de hacerlo bien. Aportando además una app para el móvil que te medía los tiempos de meditación y con función de red social con otras personas del mundo que meditaban contigo.
Así que desde este post, muchas gracias hermana. Sabemos que toda tu formación en la meditación te está haciendo bien y nos lo estás transmitiendo a los demás.
Un abrazo.
Álamo. Zaragoza.