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Promiscuidad

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  • Iniciado hace 8 años por Visibles
  1. Visibles
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    Cierro los ojos y me concentro en el familiar olor de las olas del mar. Siento algo de frío, y cruzo los brazos alrededor de mi pecho. Rozo el sencillo colgante, ese pequeño crucifijo oculto bajo la tela de mi camiseta. Y miro las estrellas sobre el mar negro, inabarcable. ¿Qué hora será?

    Mi amigo Marc dice que son ya las tres y media de la mañana. Y bosteza. Su novia me sonríe como siempre hace, con esa amabilidad que la hace especial.

    -¿Nos vamos a los coches? -nos sugiere. Las otras chicas se suman a la iniciativa.

    -Yo todavía no -digo-. Me apetece dar un paseo por la arena. Luego os alcanzo.

    -Voy contigo, tío -dice Marc. Arnau y Pau también se unen a nuestro paseo.

    Con Marc tengo mucha confianza. Nos conocemos desde nuestros primeros recuerdos en la escuela del pueblo. Arnau y Pau son espontáneos, bromistas y un tanto altaneros, pero siempre me han respetado y nos hemos llevado bien.

    Sin embargo, esta noche, es diferente.

    Estamos paseando los cuatro, durante un rato. Ellos hablan de vez en cuando sobre tal o cual chica. Una era demasiado fea. La otra era una rayada. Una chica que conoció Pau, resultó que ya tenía novio. Sólo Marc calla. Le conozco como si fuese mi hermano. Supongo que piensa en su novia, y eso es suficiente para él.

    Yo me adelanto unos pocos metros, y camino en silencio. Mis pensamientos siguen el ritmo de las olas del mar. Mi alma está dispersa esa noche de verano. Siento frío. Y de repente, escucho las palabras de Pau, que me habla a mí.

    -Tú no tendrás ese problema. Ya sabes, los gais sois más promiscuos...

    No me doy la vuelta. Finjo no haberle escuchado, y él se encoge de hombros. Sigue hablando con Arnau. Una ola salpica contra mis pies desnudos sobre la arena.

    Pienso en esas palabras. Promiscuidad...

    Cierro los puños con la rabia contenida de quien no siente fuerzas para entablar un combate. Esa noche no me siento capaz de discutir con nadie. Ni siquiera contra los estereotipos que anidan en la mente de Arnau. Y siento triste compasión por su pobreza emocional.

    Promiscuidad...

    ¿Qué sabrás tú, Arnau, de mí? ¿Qué sabrás de mi vida, si apenas hace unos meses que me conoces? ¿Acaso tú puedes entender lo que me costó salir del armario? ¿Acaso tú has vivido alguna vez una situación así? ¿Acaso tú conoces cómo fue mi primer beso? ¿Estabas tú allí, sentías lo que yo sentí, sufriste mi decepción tiempo después? ¿Podrás entender algún día que no todos tenemos por qué encajar en tu estúpido estereotipo?

    Promiscuidad...

    ¿Acaso alguna vez has estado enamorado de otra persona y has sido capaz de comprender lo que eso significa? ¿Alguna vez has visto en un beso algo más que el preámbulo del sexo que tú buscas en cada chica que conoces? ¿Qué sabes tú de mi timidez con los chicos? ¿Acaso puedes entender mi miedo a no expresar lo que soy, o mis esfuerzos por vencer ese miedo?

    Promiscuidad...

    ¿Sabes lo que es ilusionarte por descubrir la sonrisa de la persona a la que amas en sus labios? ¿Sabes el significado de un abrazo o una mirada, a quien has elegido para compartir toda una vida? ¿Tú conoces lo que es tratar de superar que el chico al que amaste con todo tu corazón, se marche en un suspiro para siempre, en las garras del mortal olvido?

    Hemos llegado al fin del paseo. Alzo mi mirada al cielo negro. Encuentro la silueta curva de la luna recortada en el firmamento. Y contemplo su preciosa soledad. Y siento paz.

    Un abrazo a todos.

    Valencia, 9 de julio de 2016.

    Publicado hace 8 años #

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