Comentaba el ermitaño, que conoce algunos no creyentes, que lo que no pueden aceptar del cristianismo es el perdón. No pueden aceptar que con sólo el arrepentimiento, Dios perdone. Para Nietzche, el perdón, la misericordia, eran debilidades que se debían de erradicar. Si somos sinceros, lo que nos cuesta aceptar es que se perdone al otro. como les pasaba aquellos judíos. La ley de Moisés decía exactamente: "Si sorprenden a uno acostado con la mujer de otro, han de morir los dos: el que se acostó con ella y la mujer. Así extirparas la maldad de ti (Dt. 22,22) ¿Dónde estaba el hombre? Probablemente entre los apedreadores. Por que nosotros tenemos dos medidas. El rigor, la exigencia, para los demás. El perdón, la compasión, para con migo.
En todo el Evangelio, sólo encontramos un Jesús: el que perdona, el que quiere el bien de todos. Un Jesús que únicamente se pone severo con los "buenos oficiales ", con nosotros que nos creemos buenos.
Reconocer nuestros pecados no es sumirnos en las tienieblas de la culpabilidad. Es estar convencidos de que Dios nos perdona y por eso también perdona a los demás.
Jesús añadió: " Y no peques más...." Pero Él sabe que quizá, al girar la esquina, volveremos a caer. El siempre está a nuestro lado para volvernos a levantar.
Bernardo YOEL