Señor, hoy te abro mi corazón para alabarte y bendecirte por las maravillas que obras en tus criaturas.
Sólo tú puedes hablar de esa manera.
Es un susurro continuo que va calando en nuestras vidas y nos trae el más bello mensaje de amor, y que me lleva a decir: "Me sedujiste, Señor" (Jer 20,7), y ya siempre seré tuyo.
Un abrazo
D.G.;Zaragoza