Jesús dice: "Ama a los demás como a ti mismo". Bueno, quizá no con esas palabras, pero dejando de lado la dogmática, vamos a la clave del mensaje: amar.
Durante muchos años he entendido que uno debía amar a los demás en la medida en que se amaba a sí mismo. Y ahora me doy cuenta de que esta frase -en mi caso- debe interpretarse al revés. "Ámate a ti mismo como amas a los demás".
Porque después de poner punto y final a una relación de pareja, estoy llegando a la conclusión de que no soy capaz de amar realmente si no logro antes la (difícil) tarea de amarme yo, a mi mismo. Porque durante los últimos años he creído que era más importante darlo todo, TODO por las demás personas, sin escucharme a mi mismo. Sin tener en cuenta mis necesidades reales. Y al final, como todos los extremos y los peligros que éstos entrañan, terminé dando el 100 % de mi mismo a otros y olvidando quererme.
Vale, sí, esto da penita...
Pero no escribo aquí para dar pena. La verdad es que me da igual. Escribo aquí porque ni os conozco ni me conocéis, y ese anonimato me da la libertad de expresar mis miedos y esperanzas sin filtrar, sin maquillaje, sin recortes de guión.
Me tomé tan en serio "Ama a los demás como a ti mismo" que cometí el error de responsabilizarme de la felicidad de otras personas y poco a poco, fui olvidando en qué lugar del esquema entraban mis propios sentimientos.
Así que, anónimos lectores, ahora acudo a Jesús, leo de nuevo la Biblia... y trato de encontrar la manera de recomponerme, de afrontar mi tristeza por una ruptura, y decirle "hola" a los ojos en lugar de esquivarla, en lugar de fingir que todo está bien y soy súper feliz y chachi piruleta. No, todavía no. Estoy en esos días grises de tristeza.
Pero simplemente me doy tiempo, y me doy amor a mi mismo, trato de escucharme con cariño y sin juzgarme, sin echarme las culpas de todo como siempre hacía. Trato de amarme a mi mismo como siempre he intentado amar a todas las personas, y cuando lo consiga, volverán los días chachi piruleta.
Y rezo, rezo mucho, pues mi amor nace del Amor infinito del Señor.
¡Un abrazo a todos! Paz y bien.
Valencia, 23 de junio de 2016.