Se apagó la luz posiblemente la fuerte tormenta había hecho caer un rayo en un tranformador. El Abad Ferran buscó en un cajón de la mesa de la cocina y sacó una vela, la encendió y la puso en medio, tras un momento de silencio dijo al novicio.
Te has fijado en la vela?. Dentro del cajón estaba segura, pero no servía para nada. Ahora ilumina la cocina, pero a costa de ir consumiéndose poco a poco.
Miró a los ojos del novicio y concluyó:
Así somos las personas. Si intentamos conservarnos, permanecer intactos, no servimos para nada. Pero cuando nos consumimos poco a poco, al entregarnos día a día a los demás, es cuando nuestra vida cobra valor y sentido...
fr. Bernado yOEL. C.G.