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LA VELA

(3 mensajes)
  1. Bernardo Yoel
    Miembro

    Se apagó la luz posiblemente la fuerte tormenta había hecho caer un rayo en un tranformador. El Abad Ferran buscó en un cajón de la mesa de la cocina y sacó una vela, la encendió y la puso en medio, tras un momento de silencio dijo al novicio.

    Te has fijado en la vela?. Dentro del cajón estaba segura, pero no servía para nada. Ahora ilumina la cocina, pero a costa de ir consumiéndose poco a poco.

    Miró a los ojos del novicio y concluyó:

    Así somos las personas. Si intentamos conservarnos, permanecer intactos, no servimos para nada. Pero cuando nos consumimos poco a poco, al entregarnos día a día a los demás, es cuando nuestra vida cobra valor y sentido...

    fr. Bernado yOEL. C.G.

    Publicado hace 8 años #
  2. Daniel Valero
    Miembro

    Nadie enciende una lámpara y la pone en un lugar escondido, ni bajo un cajón, sino en alto, para que los que entran tengan luz. Lc 11,33
    :)

    Daniel, Asturias

    Publicado hace 8 años #
  3. Visibles
    Miembro

    En cada hombre existe algo quizá imperceptible en algunos casos, pero siempre extraordinario, que es la potencialidad de iluminar a las personas que le rodean. Como la vela que se consume, aportando luz y calor, el ser humano también puede brillar. Bernardo Yoel lo expresa de una forma sencilla y a la vez profunda.

    La diferencia está en que la vela, cuando se enciende, no espera nada a cambio. Se limita a cumplir su función, sin desear aprobación, elogio o retribución.

    Y las personas -en cambio-, podemos caer en la tentación de condicionarnos a nosotros mismos, de tal forma que limitamos nuestra luz a quienes la reconocerán como tal, pero con frecuencia retiramos nuestro amor ante el rechazo o el desprecio. ¡Y es tan costoso saber hacerlo bien!

    En esos momentos de duda, cuando quizá deseamos apagar nuestra llama y contener ese amor, Dios está más presente que nunca. Y si tenemos la gracia de saber escuchar su Palabra, en Él hallamos la fuerza por la que merece la pena seguir brillando, aún sin el fácil reconocimiento de los demás. Porque no es tan necesario buscar el aplauso ajeno, como la paz del alma, y ésta se alcanza cuando uno mismo es consciente de que por encima de todo, mientras se es capaz de amar y seguir amando por el simple hecho de vivir en la Fe, Dios está presente.

    Valencia, 16 de junio de 2016.

    Publicado hace 8 años #

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