Estamos sumergidos en un mundo que avanza más rápido de lo que a veces nos gustaría. Si alguna vez nos sentimos seguros, esta crisis que nos azota desde el año 2008 nos ha hecho despertar de nuestras vanidades. Se comenta que la nueva generación vivirá peor que sus padres. El tener terminados los estudios superiores no te garantizará obtener un trabajo en el futuro.
El que disfruta de un trabajo tiene miedo de perderlo. Los nuevos empleos que ofrece el mercado están creando nuevos pobres, personas que a pesar de tener unos ingresos estos no les alcanzan para llevar una vida digna. Surgen nuevos necesitados, aumenta la pobreza infantil los niños acuden al colegio sin alguna comida del día. La denominada clase media se estrecha, tres millones solamente en nuestro país se han convertido en nuevos pobres. ¿Qué futuro les espera a la juventud cuando el 50 % está en el paro? [Leer más...]
Estas nuevos viejos tiempos con la crisis campeando no es algo que haya surgido de la nada. La humanidad ha estado siempre entrando y saliendo de una crisis tras otra. De desastres o guerras a periodos de relativa prosperidad para caer de nuevo en otra crisis, puede ser la crisis de los 80, la crisis punto.com, o la crisis financiera con la caída de los grandes bancos.
Despertemos, esto no tiene remedio, este sistema no tiene reparación...es obsoleto. Es incapaz de proporcionar en sus caídas un colchón suave, cuando llega la crisis esta resulta ser como un huracán que arranca hasta los mas fuertes cimientos.
La palabra de Dios nos dice que al hombre no le pertenece siquiera dirigir su paso, como se recoge en Jeremías 10:23. Las corporaciones se comportan como entes de maldad, donde los resultados son lo primero, caiga quien caiga, las personas o el medio ambiente, debemos cuadrar las cuentas, se debe de sacrificar todo al dios del mercado.
¿Recetas? bajar salarios, bajar las pensiones, abaratar el despido, eliminar ayudas sociales, precarizar el empleo público...., sálvese quien pueda parece oírse. Lo curioso de este asunto es que quien suele predicar estas medidas lo hacen desde púlpitos-tronos del mercado, dueños de sueldos estratosféricos, con chófer, viajes en primera clase y tarjetas oro. Todos estos nuevos predicadores de la austeridad, suelen ser favorecidos por las subvenciones o sueldos proporcionados por esos estados a los que ellos parecen denostar, sus dineros la mayor parte de las veces obtenidos de pelotazos, favores, información privilegiada o simplemente estar en el lugar adecuado, donde solo pueden estar ellos y sus amigotes. Ellos depositan sus ganancias en paraísos fiscales no se los vaya a gastar el malo malote del estado.
Estamos gobernados por dummies o literalmente por gente sin moral. Como diría nuestro Señor perdónalos Padre porque no saben lo que hacen, en este caso sí saben lo que hacen, lo planifican y lo ejecutan, tienen un fin en si mismos, sacrificarlo todo en los altares del dinero y el poder, los nuevos baales de nuestros tiempos.
En la oración del padre nuestro, le pedimos a nuestro Señor que se haga su voluntad, venga a nosotros tu reino, ese reino donde Jesús, en sus bienaventuranzas, en una de ellas profetizaba, Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados. Sí de justicia seremos saciados los que esperamos el reino de Dios, y como sabemos Éste no llegará tarde, como cuando ante la muerte de Lázaro todos exclamaban, ha llegado tarde, si hubiera estado aquí no hubiera fallecido ( Juan 11:11-27).
El Señor tiene sus tiempos, preparemos nuestros candiles con suficiente aceite, Mt 25, 1-13, ¿Cómo serémos, necias o prudentes?
Abdías,
Anawin Zaragoza.