Tengo miedo de estarme equivocando, Señor.
Tengo miedo de estar satisfecho con mi vidita decorosa, tengo miedo de las buenas costumbres que yo tengo por virtudes.
Tengo miedo de mi influencia: me imagino que transforma las vidas.
Tengo miedo de lo que doy, pues esconde lo que no doy.
Sería necesario que yo lo diera todo hasta que no quedara ni un solo sufrimiento, ni una sola miseria.
Haría falta que yo diera mi vida; pero no, esto no puede ser verdad del todo, no puede ser verdad para todos.
Estoy exagerando, hay que ser razonables.
-Hijo mío, os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Un abrazo y feliz domingo de Pascua
D.G.;
Zaragoza