Hoy me dirijo al Buen Samaritano,
que protege al atacado por el mal de este mundo.
Al Buen Pastor,
que cuida de las ovejas y recobra a la descarriada.
Al Padre de los dos hijos,
que perdona al pródigo y enseña al observante.
Al Rescatador de la muerte,
en el lecho (en Cafarnaún), en el ataúd (en Naim), en el sepulcro (en Betania).
Sí, hoy me dirijo a Él para implorarle perdón, para implorarle amor.
Un abrazo
D.G.;Zaragoza