Señor, Dios nuestro, permíteme servir sin impertinencia, ayudar a otros sin humillarlos, conocer la realidad de las cosas y preocuparme de lo que nadie se preocupa.
Enséñame a esperar, a escuchar, y a callar.
Hazme tan pequeño y tan pobre que también los otros me puedan ayudar.
Envíame por este mundo en busca de sinceridad y de amor, en busca de tu nombre, hoy y todos los días.
Un abrazo
D.G.;Zaragoza