Apareciste cuando el alma no tenia prisa ni de llegar, ni de crecer, ni de morir.
Cuando te fuiste, el cuerpo no hizo balance, ni de ausencias, ni de caricias, ni de preguntas.
Y me dejaste una sorpresa, una certeza, un corazón: ¡Nunca te fuiste!
Un abrazo
D.G.;Zaragoza