Cuando miramos con ojos contemplativos y llenos de amor a Cristo, nuestro corazón, por la fuerza del Espíritu Santo, queda transformado y configurado con el suyo.
Se abre a los necesitados, escucha el clamor de los pobres, se conmueve ante las necesidades de los demás, se vuelca en favor de los empobrecidos, se abre de par en par para que los cansados y agobiados encuentren en él cobijo y amparo.
Esto es un milagro de la gracia, que debemos pedir al Señor.
Un abrazo
D.G.;Zaragoza