En realidad no necesito mucho. Aquí estoy bien, me siento tan seguro sentado a tus pies, besando tus manos, escuchando tus palabras...
Sé que algunos me miran mal porque no me creen digno de tocarte, ni siquiera de estar en el mismo sitio que ellos. Antes me hubiera ido llorando, apretando los dientes, maldiciendo mi suerte. Pero ya no lo haré más.
Tu calidez y tu amor lo han cambiado todo. Ya no tengo miedo, ni ira, ni vergüenza. Me amas tal y como soy, me abrazas, me besas, me hablas de igual a igual...
Recorro tus cicatrices con la yema de mis dedos. Tu frente tan sincera, tu costado traspasado, tus manos y pies sellados con indeleble marca. Te amo. Sí, te amo. Tú me amaste primero, me miraste aquel día desde lejos, sonreíste y me dijiste: -¡Ven conmigo!
Y aquí estoy, loco perdido, loco por ti, loco por ellos que no te creen, que no me creen, que no nos creen, que todavía no creen en el amor.
Amor de mi vida, vida de mi amor...
Daniel, Asturias