El momento más prodigioso del día es cuando la creación, en su inocencia, pide permiso para existir un vez más, como en la primera mañana en que empezó a ser.
Te pido que me guardes en este silencio para que pueda aprender de él la palabra de tu paz, la palabra de tu misericordia y la palabra de tu ternura para con el mundo.
Y que a través de mí tal vez tu palabra de paz pueda hacerse oír allí donde nadie ha podido escucharla durante mucho tiempo.
Un abrazo y feliz domingo.
D.G.;Zaragoza