La voz autorizada de la Iglesia naciente vuelve a recordar que para ser eficaces, tanto en la predicación de la Palabra como en el servicio a la mesa de los pobres, es imprescindible el fundamento eclesial de una auténtica vida de oración.
El Evangelio no puede seguir siendo única ni principalmente un código de verdades que creer y de normas éticas que cumplir, sino ante todo una invitación al encuentro personal con el Dios de Jesús, encuentro marcado fuertemente por la dimensión amorosa que el mismo Dios ofrece a todos en su Palabra hecha carne.
Es lo único que puede transformar nuestras vidas y nuestro mundo.
Un abrazo y feliz domingo
D.G.;Zaragoza