Cuando nació entre nosotros,
nació fuera de casa y en las afueras.
Apenas acostumbrado a nuestros aires,
huyó, como su Pueblo, a tierra extranjera.
Cuando ya mayor recorrió los caminos de su tierra,
no tuvo donde reclinar su cabeza.
Y todavía un exilio más:
cuando murió, lo hizo fuera de la ciudad,
de nuevo a las afueras.
¡Oh Dios, padre de desterrados,
padre de los que se quedan fuera,
padre de los que mueren fuera:
que seas patria, tierra y casa
de todos los que hoy viven sin ellas!
Un abrazo
D.G.;Zaragoza