Para los maestros, el final del primer trimestre de curso supone muchísimo esfuerzo. Yo soy maestro de una escuela concertada, también me dedico a dar catequesis de primera comunión y me considero una persona que vive la oración en la acción.
Podría pensar que he tenido un final frenético y que no me he parado a reflexionar en este adviento pero he de reconocer que, a lo largo de estas semanas de belén viviente, festivales, celebración de navidad, trabajo con cartulinas, papel charol y purpurina... me he encontrado con nuestro Padre Dios en las palabras de aliento de los compañeros, en los agradecimientos de los padres, en el apoyo de las hermanas de la comunidad del colegio donde trabajo y, por encima de todo, en las sonrisas y las satisfacciones de mis alumnos.
En este adviento de trabajo constante, en el que he sentido la renovación de mi ser educador, me he preparado para recibir al niño más importante de todos.
Gracias a todas las personas que me habéis animado en mi comunidad de Zaragoza. Vosotros sois mi camino para que este agradecimiento llegue a nuestro Padre Dios.
Un abrazo.
Álamo. Zaragoza.