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Sigamos a Jesucristo desde nuestra propia realidad

(1 mensaje)
  • Iniciado hace 9 años por Bernardo Yoel
  1. Bernardo Yoel
    Miembro

    Olvidarnos de lo que somos para vivir unos ideales que no somos, nos genera frustración, además de alejarnos de la alegría del Evangelio.
    La experiencia de la misericordia de Dios es sanadora y nos mantiene en una espiritualidad sanadora que reconoce humildemente nuestra propia realidad de homosexuales seguidores de Cristo.Esta espiritualidad nos permite vivir nuestra verdad, vivir desde la humildad,vivir reconociendo el Dios amor en nuestras vidas. Es una espiritualidad pacificadora que nos permite vivir en paz con nosotros y con los demás. No por nuestra propia virtud y nuestro esfuerzo, sino por el amor de Dios,por su presencia en nuestra vida reconocida humildemente en una fragilidad que trabajamos por robustecerla. Esa paz interior se pone empeligro cuando los propios ideales se transforman en amos exigentes,

    Los monjes del desierto se caracterizaban por su simplicidad de vida, centrada en lo concreto de su existencia y en el conocimiento del propio corazón. Solamente partiendo de que somos Cristianos y gays, con nuestros sentimientos, nuestros sueños, de nuestra realidad concreta y de nuestro propio cuerpo, sólo desde ahí encontraremos verdaderamente al Dios que se abaja a nosotros y acoge el perdón cuando reconocemos nuestros fallos y nos acogemos a su amor.

    Debemos bajar a nuestro barro sin pretender dormir embarrados en él. No se trata de pretender verse libres de faltas o carecer de pasiones, sino de alcanzar el dominio de sí y la armonía del alma que lleva a la paz. El tigre con el que convivimos en nuestra barca no podemos matarlo,pero tampoco él nos debe devorar ni echarnos fuera de nuestra nave. Quizá habrá que alimentarlo para que no nos devore, creo recordar lo que dice San Benito en su Regla al hablar del vino: " Aunque leamos que el vino no es nada propio de monjes, sin embargo, como en nuestro tiempo es imposible hacérselo entender, convengamos al menos en no beber hasta la saciedad, sino con moderación,por que el vino hace claudicar incluso a los sabios.

    No se trata de pactar con el mal (pecado),sino de marcar el territorio al tigre con el que vamos haciendo un largo recorrido por el ancho mar de la vida.

    YOEL. Valencia.España

    Publicado hace 9 años #

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