Amigo Jesús, enseñame a acercarme a tu Palabra con sencillez de mente y corazón.
Quiero leer y escuchar tu Palabra con la fe del pequeño Samuel: Habla, Señor, que tu siervo escucha.
De este modo, tu Palabra será siempre agua fresca que sacie mis deseos de conocerte.
Será un rayo de luz para mi mente y encenderá mi corazón en ansias de irradiarte.
Creo que tú eres esa Palabra, esa luz verdadera que alumbra a todo hombre, esa Palabra hacedora de todo cuanto existe y que nos hace hijos de Dios cuando la acogemos con fe.
Creo que tu Palabra es verdad y por ella santificas a cuantos creen en ella.
Un abrazo
D.G.;Zaragoza