Te abate la contemplación de una distancia;
te apesadumbra verte lejos de lo que hubieras querido ser,
y dices: ¡Ay si pudiera volver a empezar!
Pero ya es tarde y no tienes el poder de comenzar de nuevo.
Así crees que la vida ha sido vana y perdida para ti.
Mas no es así: no dejes que la tiniebla cierre tu corazón,
ni que la alegría te abandone.
Porque basta un día de luz para iluminar la vida entera,
y un instante de amor vence muchos años de olvido.
Mira cómo el gozo que hoy siente el corazón de Dios por tu fidelidad,
no es enturbiado por remotos recuerdos.
Tampoco se enturbie el gozo tuyo.
Con mi bendición, un abrazo
D.G.;Zaragoza