Para Bernardo de Claraval el amor al hombre como hombre, es el amor primero que debemos tener para poder recorrer el camino espiritual, si no nos amamos a nosotros mismos no podremos amar a los demás, ni a Dios. Este amor nos humaniza, nos hace crecer como personas y nos debería llevar al amor social, el amor a los demás. Sin embargo, es un amor que no nos satisface plenamente, necesitamos seguir creciendo en nuestro amor y por ello a Dios, para encontrar sentido en nuestra vida.
Amamos a Dios por que lo necesitamos, es un amor a Dios inmaduros, poco gratuito, buscamos que nos solucione la vida, es un amor a Dios egoísta, pero necesario para ir creciendo a formas mayores; hemos de pasar por este amor muy sentimental y ciertamente a veces fundamentalista. Para Bernardo de Claraval es un amor mercenario, buscamos una recompensa.
En el amor a los hombres desde Dios, volvemos nuestros ojos hacia el mundo y a los hombres y los vemos con ojos amorosos, redentores, liberadores.
La plenitud del amor nos hace plenos, lo divino y lo humano se unifican sin fusionarse ni separarse, cuanto más humanos más divinos y cuanto más divinos más humanos.
fr. Bernardo YOEL.c.g. Valencia. España