Todos sabemos que no es fácil ser libre ante muchas cosas, y menos aún frente al sexo. La sexualidad, con toda su carga de instinto, de represiones, de fascinación y de terror, fácilmente nos tiende sus trampas y nos impide esa libertad que Dios quiere para nosotros.
Se puede caer en la trampa de la sexualidad cuando la búsqueda del placer se convierte en un absoluto o también hasta hace pocos años cuando el miedo se convierte en algo tan poderosos que tampoco nos deja ser libres. A veces estas redes son tan sutiles que nos pueden tener atrapados sin darnos cuenta.
Es muy posible que nos creamos muy libres frente al sexo,pero que, en realidad, de modo inconsciente estamos llenos de cadenas. En pocas cosas el hombre es capaz de engañarse a si mismo como en esto.
Frecuentemente las dificultades son de tipo interno, fruto de la malísima o nula educación en este terreno. Con frecuencia las dificultades viene de fuera, de la manipulación que nuestro entorno ha hecho y hace de nuestra sexualidad. Por todas partes nos rodea y nos ataca una verdadera manipulación social del sexo.
La sexualidad, esa realidad buena y profunda creada por Dios para el encuentro con los demás, puede convertirse en un ídolo que aliena. Deja de ser un medio para encontrarse con el otro en profundidad y se convierte en algo que atonta. Los cristianos no podemos dejarnos manipular por nada ni por nadie.. ante la sexualidad no cabe acobardarse, ni tomarse a broma, ni convertirla en objeto de veneración. Hemos de ser libres contra los que manipulan algo tan serio, don maravilloso de Dios.
fr. Barnardo YOEL.c.g. Valencia.España