Hay cristianos, de modo más o menos inconsciente,que tienden a pensar en Jesús de un modo tan angélico que se resisten ante la idea de que tuvieses sexualidad. En el fondo, es que sienten que la sexualidad es algo sucio, por ello no se lo imaginan en Jesús. Lo malo es que así están negando el misterio de la Encarnación: no se toman en serio que Jesús fue totalmente hombre, igual a nosotros en todo, menos en el pecado.Desde el momento que nació, Jesús tuvo ese mundo complejo de necesidades afectivas, de apetencias y deseos que suponen la sexualidad.
Jesús no es un Dios que se disfraza de hombre durante una temporada. Jesús como todos nosotros, necesitó la compañía de unos amigos y tuvo, como todos nosotros, sus predilecciones entre la gente que conocía.
El sintió todo el mundo rico y complejo de la sexualidad, y ni le tuvo miedo, ni se dejó arrastrar por ella. Nunca aparece obsesionado por la sexualidad. Ni aparece con corazón morboso, viendo obscenidades por todas partes.
Todos sabemos que la sexualidad es un terreno abonado para la hipocresía y la mentira. Para mucha gente lo importante es guardar las apariencias aunque tengan una doble vida oculta a los ojos de los demás. Todo está bien si no se nota.
Jesús no aguantaba la hipocresía de mucha gente religiosa de su época. Por eso se indigna ante la hipocresía sexual de los fariseos, que además eran bastante reprimidos.
El Evangelio no se preocupa por el sexo,pero sí por la sexualidad, es decir, por algo que es más amplio y más profundo: por todo lo relacionado por el corazón del hombre, su afectividad y sus deseos más íntimos. La sexualidad no es sólo cuestión de los órganos genitales, es también todo lo relacionado con la afectividad, es decir con los deseos, el cariño, la ternura... A esto estamos poco acostumbrados, pero resulta que así es el enfoque del Evangelio. La sexualidad hay que situarla en el contexto total de la persona. Es el hombre completo el que interesa; un hombre que no es que tenga una sexualidad, sino que es sexuado. En definitiva lo que al Evangelio le interesa es dónde está nuestro corazón.
fr. Bernardo YOEL cg. Valencia. España