Ante todo reciban un fuertemente abrazo en Cristo nuestro Señor. Que Él amado y misericordioso nos muestre su rostro cada día.
Creo que este primer tema que escribo debe iniciar con una presentación formal. Mi nombre es Robert, tengo 40 años y vivo en la ciudad de Caracas, Venezuela.
Desde muy pequeño, casi a la edad de 6 o 7 años, me escapaba de casa los domingos muy temprano para ir a la Iglesia que quedaba a unas cuantos metros de mi casa. ¿Por qué? Hoy lo veo como el llamado de un Dios crucificado que deseaba encontrarse conmigo y mantenerme fuertemente apretado contra si. En aquellos tiempos, el amor que nacía en mi estaba bañado de inocencia y ternura. Veía al crucificado y mi corazón se inflamables al sentirlo tan cerca. Deseaba que esas horas fueran eternas. Sin embargo siempre debía volver a casa.
Los años pasaron y el amor creció hacia Jesús y hacia su Iglesia. Pero el niño ya se convirtió en adolescente y con ello descubrió que sentía de manera diferente hacia otros chicos. Las dudas, el temor y el dolor se hicieron presente desde los 16 hasta muchosu años después. Era gay y no podía adorar como deseaba al Dios que me llamaba cada día. Era un pecador, una abominación y no podía presentarme frente aquél que es todo bien y perfección.
Descubrí con dolor que Dios no podía amar a un homosexual e hiria al infierno. Pedí perdón, juré que no cometería tan horrible ofensa. Pero mi naturaleza era débil y sucumbia ante la tentación. Lloraba, sufría. Mi alma era atormentada por el pecado, estaba destinado a permanecer lejos del Amor que tanto había amado.
Ser cristiano y gay no era algo que pudiera escribir en una misma oración. Ni Dios ni la Iglesia me aceptaba como era. Yo me había convertido en un condenado.
(Por ahora esto es un poco de mi historia, luego seguiré compartiendo un poco más)
Entre a esta página, porque buscando a Santa Catalina de Siena, me encontré con este link y ahora deseo compartir con otros, que se han sentido como yo, mis palabras. Deseo escuchar como ha obrado Dios en la vida de quienes le amamos.
Que el Señor de la Vida y dela Amor les bendiga.
Paz y bien
Robert Caldera