Hoy he tenido uno de esos caramelicos que el Señor te da de vez en cuando y es que hasta este rincón de Andalucía se me ha presentado el buen hermano seryo de camino al país luso.
La pena es que siempre nos vemos con la hora justa pero hemos podido darnos un abrazo cargado de alegría y poder compartir esas confidencias del alma.
Lo curioso de estos encuentros tanto con seryo como con cualquier hermano que la distancia impide vernos a menudo es el sentir que el corazón tiene prisa por compartir las maravillas del Señor (Sal 125, 3).
Gracias Señor por ese momento. Gracias seryo, por ese momento fruto de tu generosidad.
Un abrazo
D.G.;Zaragoza (ahora desde Fuente de Piedra)