Cuando uno deja la ciudad y sus prisas para plantarse en un pueblecito como este con la posibilidad de pasear por su laguna(que es reserva natural)o por los prados que sirven de hogar a burros recogidos del maltrato humano de la ONG "El refugio del burrito" te das cuenta que ya no nos movemos en el espacio natural de tierra, mar y aire, sino en un intenso escaparate de cosas que tenemos que contemplar y consumir.
No podemos dar un paso sin encontrarnos con el rótulo de un negocio, la publicidad de una marca comercial o la seducción de hermosos objetos artificiales.
Nuestro tiempo también está ocupado por las cosas: no sabríamos en qué emplearlo sin la distracción y entretenimiento que ellas nos deparan, y nos aburriríamos soberanamente si nos faltara el televisor, los mil aparatos de juegos.
Pero lo más grave es que las cosas han invadido nuestro mundo interior: el tema de gran parte de las ilusiones y preocupaciones que bullen en muchas cabezas es cómo conseguir cosas.
Lo que debería ser externo y secundario se ha convertido en lo más importante e intimo de nuestro mundo.
Un abrazo
D.G.;Zaragoza (ahora desde Fuente de Piedra)