¡ Que atrevido, ¿que nos tiene que enseñar el hijo del carpintero?. Lo conocemos a el y su familia desde pequeño. En realidad no lo conocen. Las apariencias no son la realidad de las personas. Hay que escucharla, pero claro tiene que hablar o escribir; sus conciudadanos no lo hacen. Lo reciben con prejuicios. Está clasificado: hijo del carpintero.
Clasificamos a las personas por las apariencias y perdemos la ocasión de escucharlos, de conocer su interior. Si esa persona es un profeta, perdemos la ocasión de crecer, de aprender, de mejorar nuestra vida.
Por que a nuestro alrededor hay profetas. Profetas anónimos, pero que nos hablan en nombre de Dios. Nosotros los clasificamos y no los escuchamos. Este no tiene estudios. Aquel von sus plumas espanta al personal. Ese es un beato. El otro es un antisistema....Y no nos damos cuenta de que Jesús está con él.
En el fondo no los escuchamos porque remueven nuestro corazón. nos hacen salir de nuestra comodidad y nos presentan un mundo diferente...Escucharlos nos obliga a cambiar de vida, y esto nos nos interesa.
Jesús no pudo hacer ninguna curación en su pueblo....Si nosotros clasificamos a los demás, tampoco podemos sanar nuestras vidas. Seguiremos dormidos, paralíticos, mudos, ciegos, muertos...
YOEL. Valencia