Hace unos días En arje afirmaba con mucha sabiduría que el monacato "no había nacido separado de la política y mucho menos de la sociedad civil" En la actualidad de monasterios contemplativos surgen voces proféticas que nos animan a unos y escandalizan a otros.
Una de las sensibilidades más claramente expresadas por Francisco es su deseo de ir a los márgenes alejados de la seguridad que nos da el centro. Ir a lo marginal en todos sus aspectos, sobretodo las situaciones menos vistosas, lo que no parece tener valor...
La marginalidad buscada es estar en las fronteras, entre el desierto y la ciudad. No hay que buscarla en los órganos de poder. Tampoco por el protagonismo académico ni social. Hay ordenes religiosas que se coleccionan títulos académicos, en las que no se anuncia a Jesús, pero se dan conferencias de las cosas más estrambóticas...Si seguimos los pasos del Profeta de Nazaret, en teoría se elige libremente una cierta marginalidad, con poco protagonismo. También la marginalidad de un consagrado es patente en la vida social, pero manteniendo paradojicamente una elocuente presencia por que no huimos del mundo, sino de la mundanidad.
El despojo de las seguridades y los protagonismos son el camino más veraz para dar a conocer la presencia del Señor, aunque poco ejemplo damos al convertirnos nosotros en "señores".
Ese Dios que vino a nosotros de la forma más marginal posible, sin ruidos, sin poder, sin focos. Una vida que se abraza a ese estilo de ser y estar en el mundo es claro reflejo de la presencia de Aquél que vino, está y vendrá.
fr. bernardo YOEL cg. Valencia. España