El monacato, como todos sabemos, no ha nacido separado de la política, y mucho menos de la sociedad. Cuando la sociedad dejó de echarnos a las fieras, a los cristianos, porque no cumplíamos con rendir nuestra persona a un tirano, y porque ser cristiano era algo ilegal; llegó un tiempo de paz con el famoso "Edicto de Milán". Más tarde, con el emperador Teodosio (que no con Constantino como dicen algunos) el cristianismo se convirtió en "religión oficial" de la sociedad mediterránea, permitiendo la posibilidad de convivencia con otras confesiones. Esto tuvo, en su momento, sus cosas positivas, y así mismo, sus cosas negativas. Lo peor de aquello fue, como todos sabemos, que los cristianos nos acomodamos: como ya no nos echan al circo para que nos coman los leones, y lo que se lleva es ser cristiano, como ya lo tengo todo; a dormir la siesta. Y como el Evangelio es más amante del "despertad" y del "estar vigilantes", que del aquilosamiento... Los cristianos nos acomodamos y comenzamos a mezclarnos tanto con la corriente imperante de desidia y decadencia, que corrimos la misma suerte que el resto.
Fue entonces cuando una serie de personas (laicos y laicas), conscientes de la degradación del Mensaje y con ganas de buscar el Reino de Dios, inspirados en el Evangelio (Mt 19, 21 y Lc 18, 2) que los cristianos estaban olvidando; decidieron vivirlo de manera radical. Es decir, que se salieron de la ciudad, sin abandonarla, y se fueron a las afueras, al "desierto", a vivir una esperiencia nueva, despojándose de todo lo que no era Dios, para encontrarse en la absoluta pobreza con Aquel que buscaban. Y no era precisamente una pobreza material, pues ya me diréis en el desierto que materialidad hay. Fue un hondo proceso de escavación introspeccional y autocognitiva, para vivir plenamente con el que mora dentro de nosotros, que por más que lo busquemos aquí o allá... si no empezamos por nosotros... Por lo que fue una pobreza espiritual y una lucha con los demonios (los que hay en el pensamiento).
Y así pasamos del martirio de sangre al maritirio de la conciencia.
Estas personas, no eran agrupaciones populistas, con ánimos de dar un golpe de estado, ni tenían intención de atraer a las masas con discursos llenos de verborrea. Simplemente eran monjes que, precisamente lo que hacían era silencio. Un trabajo ascético de esfuerzo personal animado por el Espíritu con la intención de renovar al mundo. A pesar de no hacer ruido, no pasaron desapercibidos. Constantes peregrinaciones de la ciudad al monacato, para buscar consuelo, ayuda, ser escuchados, aconsejados, para vivir una experiencia (luego quedarse o irse... No era un estado de vida como en Occidente). En definitiva, en medio de tanta crisis espiritual, social, humanitaria, etc... Como lo queramos llamar... El monacato ejercía la función de un gran parque espiritual que oxigenaba la sociedad desde su lugar ( o algo así dice la Vida de San Antonio Abad, que por cierto fue un best seller en su tiempo). La separación del mundo no era un odio al mundo, ni un taparse los ojos; sino que era una separación de lo mundano, de lo tóxico, de lo que degrada al ser humano, de lo que contaminaba la sociedad. Para eso, en algunas épocas era necesario salir de la ciudad y en otras no.
La experiencia de los primeros monjes del yermo no era la construcción de un estatus a parte, sino del modelo de cualquier cristiano, el ejemplo de como sí se podía vivir el Evangelio, es decir, ser feliz siendo lo que a cada uno nos ha dado Dios, y sin necesidad de buscar ni de dar explendor a nuestra vida con otros barnices ajenos a lo que somos. Su testimonio de vida arrasaba, y tenía mucho que ver con lo social.
Si avanzamos en el tiempo, y nos venimos a Occidente, podemos ver como muchos monjes (las mujeres rara vez, pero algunas hubo) han intervenido en política, y bastante. Por poner un ejemplo muy conocido: san Bernardo. Y no era nada extraño.
A día de hoy, al ser la ideología predominante: "separación religión - Estado", es extraño ver estos casos. Y hasta nos llaman la atención. Pero ya digo, no es nada nuevo.
A nivel personal, sí me gustaría decir algo parecido a lo que dice Xune. Teresa Forcades me parece una persona que abarca los temas con cierto rigor, o que por lo menos los fundamenta mejor que muchos que defienden lo indefendible con argumentos que se caen solos. Es de la pocas personas que se han desmarcado de la línea recalcitrante y se han aventurado a decir algo nuevo. O mejor dicho: lo mismo, pero con palabras nuevas. Aunque ciertamente, en algunos temas no ha sido lo mismo, gracias a Dios.
Javier Melloni es una gran persona, si bien, en distinta línea a Teresa. No me atrevería a hacer comparaciones. Son dos líneas distintas y muy respetables. Por lo que respecta a sor Lucía Caram, conozco poco. Sólo titulares y algún reality show. De políticos catalanes no estoy al día, es una asignatura que sigo poco, reconozco que como todo en esta vida, te tiene que gustar. Sólo les deseo paz. Y sobre el agua de mar, puedo decir que conozco gente que la toma y le ha ido bien. Personalmente, en cuanto a medicina, nutrición, etc... Me indigna que se haga negocio con la salud, que se experimente (en el mal sentido) con ella, y que se permita meterte tanta porquería a la comida que ingerimos. Eso si que es vergonzoso y denunciable.
Yo no sé si estas personas harán algo bueno o malo por la sociedad que les rodea. No tengo una bola de cristal. De momento, voy a intentar no juzgarlas. Ellas sabrán. Tienen su derecho a ser "contemplativas" en una comunidad cristiana o a tener otro tipo de actividad social en el mundo y "entre los medios". No me quitan la fe, ni me la ponen. Ciertamente he de reconocer que yo no valdría para estar en dos sitios a la vez. Cada cual es cada cual. Sí pienso que no deberían de influirnos sus decisiones sobre su estado de vida y su actividad; ni para bien, ni para mal. Lo que ellas hagan, ellas sabrán. Ahora bien, es interesante no quedarse con una sola visión o noticia, sino contrastar varias fuentes.
Por otro lado, también es cierto que muchos políticos valen más bien poco, y son mucho peor que ellas. Y las gente los sigue aplaudiendo, votando y defendiendo.
Me da pena que la gente valiente y valiosa se vaya de la Iglesia, o al menos, de su puesto de combate. Pero, en fin. Cada uno sabrá...
Paz y bien.
PD: Lo de la explicación sobre la Trinidad de Teresa Forcades, Xune, la puse yo. Me gustó. Me pareció más comprensible (dentro de su incomprensión total) y más práctica que otras concepciones abstractas y lejanas. Ciertamente no es exclusivamente de ella. Ella la toma de Zizioulas y de Greshake.