Cuando hablamos de oración, pensamos en la recitación de fórmulas, palabras y asistencia a ceremonias. Pero la verdadera espiritualidad nos pide que oremos la vida.
Esto nos exige buscar segundos para interiorizar lo que vivimos. Pequeños momentos de reflexión y segundos de contemplación, mirar con otros ojos lo que nos ocurre y lo que pasa a nuestro alrededor. Leer la vida a la luz de lo que hemos interiorizado en nosotros.
Y sobre todo debemos actuar, durante el día tener un gesto,una palabra, una sonrisa...
Orar la vida es hacer de algunos de nuestros instantes una entrega. Porque vivir para Dios es vivir para los demás. Si nuestra oración no se traduce en algo concreto, no hemos rezado. Simplemente hemos hablado con nosotros mismos.
Bernardo YOEL cg. Valencia. España