Queridos hermanos:
En esta semana que acaba y en la que hemos celebrado la Octava de Pascua, he podido tener unos días para poder estar con los hermanos de esta comunidad de Zaragoza, junto a ese Pilar donde María de Nazaret consoló a Santiago en su misión evangelizadora.
Llegaba el martes, prontito, y mi sorpresa fue encontrarme en la estación con Dorian e Irimego que, haciendo un esfuerzo que agradezco, venían a recogerme... todo un detalle que habla de la "pasta" de la que están hechos... Un rato de descanso y mesa compartida con larga conversación conociendo las últimas novedades...
El miércoles era el hermano En arjé quien, a pesar de algún "achaque", se acercaba y pudimos compartir mesa y larga conversación junto a irimego y Dorian ya en la noche.
El día fuerte fue el jueves, con la visita a la comunidad de monjas que nos acoge desde su compromiso evangélico de inclusividad. Todo un gozo que muestra, una vez más, que son estas mujeres fuertes las que harán que la Iglesia retome su sal y levadura para renovar el seguimiento de Cristo.
Después, como la iglesia doméstica que somos y conformamos, "concelebramos" una Eucaristía en la que partimos, y compartimos, no sólo el pan de la Palabra, el Vino y el Pan, sino también nuestros corazones y los de todos los que, visibles o invisibles para nosotros en ese momento, estaban presentes en esa vela arco iris regalo de fray Bernardo, en ese pan compartido, en esos ecos a la Palabra, en esas peticiones y acciones de gracias... Lo dije allí y lo comparto, fue un momento en el que me sentí, a través de un escalofrío, miembro de algo grande que dará cada vez más y más frutos...
Ya al atardecer, cena con casi todo el grupo: Luis Manuel, Alamo, Ignaciano, Arcángel Gabriel... faltabas tú, porque no podías, querido Abdías, y desde aquí te envío un fuerte abrazo...
Lo dicho, un tiempo de gracia, de encuentro, de retomar fuerzas como Santiago junto a María, la de Nazaret, para seguir desde el corazón de esta Comunidad, respondiendo a la llamada que el Señor nos hizo hace tiempo para ser, dóciles y humildes instrumentos en sus manos y poder extender su mensaje de Amor, Inclusividad y Reconciliación, con nosotros mismos y con nuestras diferentes iglesias.
Gracias, hermanos con los que pude estar y a quienes, desde la lejanía, oran por todos los que formamos y conformamos esta comunidad de convocados por el Señor para transmitir su Evangelio y agradecer lo que ha hecho con nosotros...
Parafraseando a Pedro (Hechos de los Apóstoles 3:6), este es nuestro mensaje:
“No tenemos oro ni plata, pero traemos con nosotros lo más valioso: Jesucristo. Nos hemos reunido en su nombre para alimentar la llama del amor fraterno que arde en todo corazón y que deseamos que llegue a todos y a cada uno: Que la paz del Cristo Resucitado esté con vosotros”.
Mudejarillo
País Vasco