Crónica de un encuentro y de comunión
Antes de empezar mi crónica sobre mi viaje a Taizé en esta Semana Santa, quiero deciros que estoy agotado, después de hacernos 3000 kilómetros en coche la conclusión final es que ha merecido la pena.
Desde que participé una oración en unas misiones populares dirigidas por los Redentoristas en Avila, hace ya la friolera de 35 años me quedé con las ganas de conocer aquel lugar. En el largo viaje, después de visitar Iglesias románicas, góticas, abadías y el rico patrimonio de Francia, ya de regreso quiero comunicaros mi experiencia en cuatro puntos:
Primero ha consistido en el encuentro con gente diferente a nosotros, con un país rico en historia y de gente muy educada y de cultura diferente. Ha sido enriquecedor, me decía mi superior en tiempos del seminario interno, que el viajar abre la mente, nos hace salir de nuestro núcleo, de nosotros mismos y de nuestro pequeño territorio. Todo encuentro con el otro, aunque sea diferente nos hace valorar lo que tenemos y nos hace conscientes de que tenemos que cambiar en nuestras vidas muchas cosas y en nuestro país mas.
Segundo encuentro con el Medievo, después de visitar muchas iglesias y la iglesia francesa me doy cuenta de que el patrimonio histórico que tenemos debemos cuidarlo. Mi desazón fue al visitar Cluny y ver como en nombre de una revolución se había destruido uno de las abadías mas importantes de la Cristiandad, que dio origen al Clunizense y a la mayoría de las abadías trapenses o cistercienses de nuestro país. La Trapa lugar de oración, de adoración, de trabajo, que grande es la iglesia contemplativa, fuente de vida y vitalizante de la Iglesia, que me hizo revivir aquella experiencia de profunda paz que sentí en aquella pequeña abadía de Avila
Tercero: encuentro con la comunidad ecuménica de Taizé y con los jóvenes que allí oraban en silencio, con buen rollo, allí se respira paz, comunicación o mejor expresado, como nos dijo una joven en Toulouse al comunicarle nuestro periplo: “Taizé es un lugar donde se respira la calma, se siente el silenció como algo positivo y lugar de encuentro”. Además de estas sabias palabras de la joven tengo que decir que allí sentí mi identidad como católico ¡ Cuántas veces nos fijamos en las filigranas de nuestros jerarcas y nos olvidamos del espíritu de Taizé” : Encuentro, comunión, salir de nosotros mismos para ir al otro, es decir pensar en positivo, desde el buen rollo, prestando atención a lo que nos une y no a las diferencias. Taizé es un signo de los tiempos de la Iglesia que quiso Cristo, una iglesia unida, reflejo del compartir, reflejo de una vivencia en comunidad. Una iglesia dividida por la utilización del dogma como arma política y por intereses de los estados, es decir por la no separación entre Iglesia y Estado. Nos une a todos Xto muerto y resucitado, esa es la raíz de nuestra fe.
Cuarto: el encuentro con rostro con un hermano del foro. Dorian en Zaragoza. Allí estuvimos hablando compartiendo nuestras experiencias. Nuestras experiencias, también hablé con Bernardo por teléfono. Fue otro encuentro de comunión, de nuestra ubicación dentro de la iglesia, No nos fijemos en el conflicto que todos sabemos, trabajemos, profundicemos en aquello que nos une con nuestros hermanos. Compartamos el pan en fraternidad, haciendo comunidad, haciendo Iglesia.
Un abrazo
HILARIO