Resulta paradójico, pero nos es mas fácil dar que recibir. Cuando "damos", controlamos la situación, nos situamos por encima. Para recibir hay que desprotegerse, aceptar que lo que recibes no depende de ti y acogerlo como viene. Dejarnos amar no es tan sencillo... y menos cuando es Dios, a su modo, el que lo hace. Pero si no dejamos que Él se nos ponga a los pies, si no hacemos experiencia de esa "lógica ilógica" del amor, tampoco podremos ir aprendiendo a querer "al estilo de Dios". Para lavar los pies, primero hay que dejárselos lavar.
Un abrazo
D.G.;Zaragoza