III sábado de cuaresma
"Dios mio, ten compasión de mi, que soy un pecador." (Lc 18,13)
Nos encontramos ante dos personas. Una que hace las cosas bien y se jacta de ello, y la otra que se considera pecadoras. Seguramente ni una lo hace todo bien, ni la otra tan mal. Son dos visiones de las cosas. La del orgulloso que se cree perfecto y la del humilde que reconoce su debilidad. Pues bien, Jesús nos dice que el que sale justificado de sus oraciones es el segundo.
Frente a lo que nos predica nuestra sociedad, para la que importante son las apariencias, el éxito,la consideración de los demás. Jesús nos propone la sencillez. Reconocer nuestros defectos. Por que sólo el que sabe ver los propios fallos puede corregirlos y crecer. Sólo quien se sabe frágil puede mejorar ¿Qué va a cambiar quien cree que todo lo hace bien, que es perfecto?
Una cosa es segura: Dios mira con especial ternura a quien muestra ante Él, sin temor, su debilidad y su pobreza.
bernardo YOEL. Valencia.España