"Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y echando a correr se le e
echo al cuello, y se puso a besarlo." (Lc 15,20)
Tengo amigos, que al escuchar esta parábola del Hijo Pródigo (debería de llamarse del Padre Bueno). o la de los trabajadores a diferentes horas de la viña, exclaman que Dios no es justo. Y es cierto. La justicia de Dios no es nuestra justicia: es Amor, Dios no está en el Código Penal o el Código Civil en la mano. Dios, como padre de la parábola, está oteando el horizonte en espera de nuestro regreso. Y no sólo esto, sino que echa a correr en nuestra busca, nos abraza y nos besa. Nosotros, o somos hijos pródigos que regresamos al Padre por que tenemos hambre, o somos hijos mayores que nos creemos perfectos con todos los derechos. Ni unos ni otros entendemos el Amor de Dios.
fr. Bernardo YOEL. Valencia.España