Por más elevados y místicos que sean nuestros momentos de oración y meditación,luego, debemos volver al día a día. Y es allí donde manifestaremos si nuestra oración ha sido verdadera o mero narcisismos. Si hemos visto a Jesús transfigurado, o nos hemos visto a nosotros mismos.
Jesús no quiere que hablemos a los demás de nuestras experiencias espirituales, sino que nos entreguemos a ellos, dando nuestra vida en la solidaridad y la lucha por la justicia. Jesús quiere que le veamos en los otros como " hijos amados del Padre."
bernardo YOEL. Valencia.España