Acuérdome que cuando murió mi madre, quedé yo
de edad de doce años, poco menos.
Como yo comencé a entender lo que había perdido,
afligida fuime a una imagen de nuestra Señora y
supliquéla fuese mi madre con muchas lagrimas.
Paréceme que, aunque se hizo con simpleza,
que me ha valido, porque conocidamente
he hallado a esta Virgen soberana en cuanto
me he encomendado a Ella y, en fin,
me ha tornado a sí. (santa Teresa de Jesús; V1,7)
Un abrazo
D.G.;Zaragoza