Confío yo, Señor mío,
en estas siervas vuestras
que no quieren otra cosa
sino contentaros,
por Vos han dejado lo poco que tenían.
Pues no sois Vos, Criador mío,
desagradecido para que piense yo
daréis menos de lo que os suplican
sino mucho más.
Pues no aborrecisteis,
Señor de mi alma,
cuando andabais por el mundo,
a las mujeres
antes las favorecisteis siempre
con mucha piedad.
Hallasteis en ellas
tanto amor y más fe que en los hombres,
pues estaba vuestra sacratísima Madre
en cuyos méritos merecemos...
Sois justo juez
y no como los jueces del mundo que,
como son hijos de Adán,
y, en fin, todos varones,
no hay virtud de mujer
que no tengan por sospechosa. (santa Teresa de Jesús; CE4,1)
Un abrazo
D.G.;Zaragoza