Son varias las personas que se asoman cada día a consultar nuestra web, a leer las publicaciones, anuncios, noticias, comentarios, oraciones, etc. Unos porque forman parte del colectivo LGTB y otros porque son simpatizantes o curioseantes. Algunos de ellos buscan el sentido de su vida o las explicaciones al por qué somo así... Otros forman parte de algún movimiento carismático o congregación religiosa... Pero todos en el mismo camino: en el camino de la vida. Un camino que se hace al andar, en palabras de Machado.
Con toda la poca aceptación que haya en la Iglesia católica con respecto a los homosexuales y con el peligro que, según algunos, representan para la vida en comunidad (por estar las comunidades formadas por personas del mismo sexo); hay personas que se han lanzado a la aventura de vivir sus vidas entregadas, bajo un carisma, a una misión concreta.
Personas que, con sus más y con sus menos, viven su vocación cada día profundizando en los, según la tradición monástica, llamados consejos evangélicos:
El voto de pobreza: desprendimiento, sencillez de vida, desasimiento de todo pensamiento que nos invada la cabeza con aquello que nos quita la paz. Entender al pobre, auxiliar al necesitado. Comprender las realidades más crudas de la vida de aquellas personas carentes de lo básico, ante lo cual no nos podemos quedar de brazos cruzados.
El voto de castidad: o de Amor a Dios, porque si uno es casto es más por amor a Dios que por rechazo a la sexualidad. Una vida orientada por el descubrimiento de la afectividad y de la propia sexualidad, conociéndose sin asustarse, auto-indentificándose, descubriendo mil formas de amar y de querer, depurando lo más profundo del corazón de toda animalidad para ser testimonio de una manera sana de amar al prójimo. Llegado hasta el punto de tener que darse por completo; ofreciendo, en algunos casos, la paternidad o la maternidad biológica.
El voto de obediencia: no tanto al superior inmediato, sino a la misma llamada de la propia vocación. Una obediencia que les lleva a profundizar en su verdadera identidad y equilibrio como religiosos, desarrollando su personalidad, excavando en el fondo de su voluntad la idea original que Dios tiene sobre ellos. Que no siempre coincidirá con la voluntad del superior, bromas a parte.
Y todo ello desde y en una familia que debe ser la que proporcione los medios para ese combate espiritual. En la comunidad encuentran su plena realización.
A todas estas personas que apostaron y siguen apostando su vida por estos caminos, hoy, en este día tan señalado os queremos tener presentes. Porque valéis, porque hacéis falta, y sobre todo: porque no estáis solos, aunque seáis gays y lesbianas.
PD: Dentro de la invisibilidad que supone la orientación sexual en determinados casos, y la manera que cada uno tenga de trabajar en estos campos de la desigualdad y el rechazo a la dignidad de la persona desde sus respectivos lugares; sí quiero dar las gracias y pedir de manera especial por aquellas contemplativas que abren sus puertas a los herman@s LGTB que buscan la paz en un monasterio. A nuestras hermanas contemplativas del norte de España, y a nuestras hermanas comtemplativas del Noreste; que desplegan su carisma acogiendonos, que comprenden la diversidad en la unidad, que dan alegría pascual a las heridas que necesitan ser redimidas.
