Quizá no tod@s nos consideremos personas sensibles, pero si es cierto que, algunos nos consideramos personas con cierta sensibilidad. Y debido a ello somos más propensos a experimentar las distintas situaciones de nuestra vida con cierta intensidad. No siempre nos lleva a sufrir, pero sí nos encontramos dentro de una exposición mayor.
Lo primero que me gustaría compartir es que tener una gran sensibilidad es una gran riqueza, por lo cual nadie debe de asustarse por ello. Significa la capacidad de "sentir" el mundo que nos rodea, de captarlo en su complejidad y en sus detalles. La persona sensible es como si viera el mundo en color (en colores), frente a quien lo ve solo en blanco y negro.
Sin embargo, la persona sensible resulta también más vulnerable, precisamente porque está más expuesta, más permeable al mundo y a sus contradicciones. Por esta razón, la persona sensible suele ser más ansiosa, temerosa, insegura y quién sabe cuántas cosas más.
También nos puede pasar algo parecido en el ámbito de nuestra interioridad. Nos gusta reflexionar, especular, darle vueltas a las cosas. Aunque muchas veces les dedicamos a estas actividades buena parte de la actividad mental, si bien en algunas ocasiones de un modo absorbente y dramáticamente estéril. Como cuando pisamos el acelerador con el embrague pisado, el motor se calienta y el coche no va a ninguna parte; y cuanto más acelero, más se calienta el motor...
Es cierto que, en la vida, hay cosas que dependen de nosotros y la solución está en nuestras manos, el combate es nuestro. Pero también es cierto que, hay batallas que no son nuestras, ni tienen que ver con nosotros, aunque nos quieran hacer los "culpables" o responsables. Así pues si en algo podemos hacer algo, que por nosotros no quede, que seguro que podemos; anque nos hayan enseñado siempre que: "yo no valgo para eso, yo no puedo o yo no sé". Eso no es del todo cierto.
San Bernardo consideraba que los llamados "malos pensamientos" tenían su origen en la "ambición, la avaricia y la curiosidad (superficialidad)". Quizá, el "yo no valgo, yo no puedo y yo no sé (que siempre hay un poco de eso en nosotros) pongan de manifiesto nuestro malestar. El malestar que se oculta detrás de la ambición ("yo no valgo" y busco valer mediante el tener otras cosas), la avaricia ("yo no puedo" y busco el poder dominándolo todo) y la curiosidad ("yo no sé" y busco información constantemente fuera de mi).
Lo cierto es que: "Yo puedo, Yo valgo y Yo puedo saber". Y si en algo no puedo hacer nada, no valgo o realmente no sé: "agua que no has de beber, déjala correr".
Así que, como dicen por ahí: "Aquí Paz, y después Gloria".
Un abrazo.