Muchos años han pasado que venimos de lejos,países y regiones distintas para llegar a encontrarnos en el brocal de un pozo que se nos ofrece agua fresca, como el brocal del pozo de Jacob donde se encontraron Jesús y la Samaritana, para refrescarnos y dejarnos renovar los unos por los otros,renovar fuerzas con bizcocho recién horneado y chocolate caliente.
"Dame de beber" dice Jesús a la Samaritana; la sed nos hace desfallecer a los que caminamos bajo el sol ardiente. Junto al brocal todos somos iguales, con historias muy diferentes,personalidades distintas,temperamentos distintos...Entrar confiados a la manera de Jesús por los caminos de Samaria, es permitir el encuentro.
Nosotros llevamos nuestra agua en jarras de distintos tamaños,unas mas grandes,otras pequeñas... según nuestra fuerzas; ellas se convierten en nosotros y alrededor nuestro en manantial.
No olvidemos que en la Biblia,los pozos eran el lugar donde se concertaban las alianzas entre los patriarcas y las matriarcas (Isaac y Rebeca, Jacob y Raquel) figuras de la
Alianza entre Dios y cada uno de nosotros, entre Dios y su pueblo...
Todas nuestras aguas de tantos lugares corren para unirse al Océano del amor que engrosa todas nuestras riquezas. Vamos a vaciar nuestro cántaro en la bahía,signo a la vez de la riqueza de todos nuestros encuentros,llamadas,correos... pero al mismo tiempo en todas las insignificancias de nuestra agua mientras ella no sea regenerada por el agua viva...
YOEL