El joven con algunas canas había pasado unos días en el monasterio del Abad Ferran.
-Han sido unos días magníficos dedicados totalmente a Dios. Desgraciadamente,ahora, con mis actividades, no tendré tiempo libre para Él.
El Abad lo miró con simpatía y le dijo:
-Pues, sin embargo, Dios tendrá todo su tiempo para ti. Somos nosotros los que no encontramos un minuto para Él.
Le miró a los ojos y prosiguió:
-En el Apocalipsis nos dice: " He aquí que estoy a la puerta y te llamo;si alguno me abre, entraré y cenaré con él". Jesús nos ofrece una amistad familiar,sincera. Está ahí, a nuestra puerta esperando que abramos para cenar con nosotros. No está esperando de nosotros grandes ceremonias...Sólo que le abramos la puerta. Quiere estar junto a nosotros, como un amigo.
Puso una mano sobre su hombro y concluyó:
-Si, hemos de buscar momentos, minutos, sólo para Él. Pero Jesús nos pide algo más sencillo. Quien en todo momento le abramos la puerta. Que le dejemos estar presente en nuestro trabajo, en las reuniones, en las fiestas, con la pareja... Se trata de que recordemos un segundo su presencia. De que le abramos la puerta. Verás como lo que hacemos cobra otro sentido. Todo lo haremos con Él...
El Abad, cuando el joven se alejaba,le pareció ver que caminaba con alguien a su lado...
fr. Bernardo Yoel. Valencia