Continúo explicando mi experiencia en India,a todos aquellos que les pueda interesar lo que percibí.
Nuestro primer destino era Delhi,y de allí nos teníamos que dirigir a Allahabad. Por Delhi pasa el río Yamuna,que más que un río es una alcantarilla,llena de residuos urbanos,basuras,herbicidas y pesticidas de las industrias del lugar. A lo largo del Yamuna crece,como en toda la cuenca gangética,multitud de plantaciones de arroz y legumbres. Pensé que si cualquiera de nosotros comiésemos arroz regadas por esas aguas,moriríamos a las 24 horas. Pero allí la gente comía todo lo regado por esas aguas negras y no les pasaba nada. La verdad no he escuchado nunca que se cree inmunización a tragar productos químicos venenosos.
Nos dijeron que no nos acercásemos a ciertos tramos,pues el río despide gases tóxicos. En algunas zonas había gente pescando y nos acercamos. Les dimos anzuelos que compramos en una tienda a los que pescaban con un clavo atado a una cuerda. Desde allí se percibía un mal olor,que supimos era el temido sulfuro de hidrógeno,el gas de la descomposición en los ríos sin oxígeno,con su característico olor a huevos podridos. Respírarlo largo rato puede matar. Nos preguntamos como podían aguantarlo toda la gente que había allí y lo respiraba horas y horas.
Como apenas hubo tiempo para preparar nada,compramos para llevar caramelos con vitaminas y propóleo para los niños. Sentíamos que estábamos haciendo "caridad",y no dándoles un futuro mejor. Pero si con el propóleo,antibiótico natural,les librábamos de algo...pues bendita caridad. Pero creo que si son capaces de sobrevivir a las aguas del Yamuna,poco propóleo necesitaban.
De allí queríamos ir a Allahabad,la segunda ciudad más sagrada del hinduísmo. Coger aviones era la única alternativa,ya que lo peor de los trenes no era su mal estado,sino su hedor. Por aire íbamos más rápido y además en los aeropuertos,los únicos lugares donde se hablaba y había letreros en inglés,podías enterarte de algo.
En Allahabad el Yamuna desemboca en el sagrado Ganges,el río más sagrado,misterioso,sucio y tóxico del mundo. Del grupo era yo el único que me emocionaba profundamente ver sus aguas,por ciertos fenómenos que se que pasan en este río y que me impresionan. Quería hacer algo que nadie querría hacer cuando tuviese la oportunidad de tocar sus aguas,pero me emocionaba profundamente hacerlo,como si fuese un segundo bautismo.
Para entonces sentía (sentíamos) que ya no éramos los mismos. Que nuestro viaje,que era ante todo un viaje interior buscando a Cristo,ya nos estaba empezando a transformar. Todos queríamos quedarnos allí para siempre ya,ayudando,enseñando,colaborando...Sabíamos que no era posible. Nos faltaba formación en todo. La buena voluntad no basta.
El final del viaje era la sagrada Benarés,la ciudad de los muertos y de la vida. Yo no iría,conozco mis límites y sabía que Benarés podría conmigo,pero aún quedaba unos días viendo como la gente más pobre estaba rodeada de un escudo.Era un escudo de acero y granito invisibles,construido de amor divino. Yo no lo sentía,yo con mis propios ojos veía milagros espectaculares. Todos comentábamos que los milagros no están en Lourdes ni en la Sábana Santa,sino en la cosa increíbles que veíamos.