El hilo conductor del Adviento es la esperanza. Si no tenemos nada que esperar, dificilmente podremos conectar con este tiempo que termina de empezar. Celebramos la esperanza de un niño que ha de nacer para traer al mundo la justicia y la paz y cerrar así la grieta que separa la humanidad de Dios. Pero esta esperanza más grande se llena de pequeñas esperanzas diarias que nos modelan como personas.
Algunas esperanzas darán forma a nuestras relaciones. El Niño Jesús creció hasta ser el hombre que encarna el perdón y la generosidad. Una vida centrada en la esperanza enseña a ver todo lo bueno que hay en los otros, ser paciente con sus defectos, y conecta con lo mejor de ellos.
Las pequeñas esperanzas darán forma a nuestro carácter. Jesús fue ejemplo con su vida y nos enseño la verdadera libertad interior. Una persona de esperanza no queda atrapada en la ansiedad,la posesión, la necesidad de control o de ira.
fr. bernardo yoel.valencia